Siempre es bueno saber, pero a veces es mejor no saber ni haber sabido.
En el pasado, no era entonces lo que es, ni lo que no es. No había nada, ni la muerte, ni lo inmortal, entonces solamente había UNO en un estado de paz profunda, el origen, solo el UNO era y nada más allá era.
El TODO era intangible e informe, el origen, entrelazando los lazos de unión de lo creado y lo increado, el Universo.
El UNO que es TODO y TODO somos nosotros en el Universo que es TODO, lo creado y lo increado es UNO y no hay más allá.
Cuando lo exterior se vuelve interior y lo interior se vuelve exterior lo creado se vuelve increado y la nada se vuelve el TODO, pareciera que no queda espacio para la duda en está lógica, excepto a que la cultivemos en nuestro ser y crezca hasta no dejar espacio para nuestra Fé y entonces quedaremos vacíos e iremos de vuelta al olvido.
Aunque el TODO nunca ha sido, ni nunca será porque ahora en este mismo instante que lo lees, ya es la eternidad.
.
